Realidades y contrastes
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Conocí a una señora llamada Carolina, ella tiene un poco más de 60 años, vive en Ciudad Bolívar, si, Ciudad Bolívar, ese lugar lejano y peligroso para muchos, ese lugar en el cual nunca pensamos, ese lugar donde viven personas que ignoramos ¿Por qué los ignoramos? ¿Acaso son menos personas que nosotros? ¿Acaso valen menos porque ganan menos dinero del que nosotros ganamos mensualmente? ¿Acaso las personas que viven allá no pueden soñar, no tienen derecho a soñar porque su capacidad económica no se los permite?
Les contaré como impactó en mí la historia de la Señora Carolina.
¿Qué soñó Carolina un día? Ella soñó con tener un lugar propio donde vivir, me dijo: “Me cansé de pagar arriendo” y lo decía feliz, motivada y orgullosa. Un día decidió dejar su lugar de arriendo, dormir en la calle, en ese lugar donde no puedes controlar el clima, no puedes controlar las miradas de las personas, te juzgarán o te harán daño, con todo y eso Carolina decidió emprender un viaje para alcanzar su sueño: Tener un lugar propio, largas noches en medio de la nada, durmiendo en un colchón mojado y sucio, y aún así; no se rindió.
Hoy en día lo consiguió, tiene su lugar propio, y si, es un lugar, no es una casa con lujos, ni con pisos brillantes, ni paredes suaves. Su lugar propio es una casa construida con cartones y latas, todas aquellas cosas que para nosotros son inútiles e inservibles. Su casa no tiene ventanas, es un lugar oscuro, el agua le moja los pocos muebles que ha obtenido si la lluvia decide caer sin cesar. Sin embargo, su casa es un lugar donde se siente la paz, el amor y la felicidad, ella sonríe y dice: “Bienvenida a mi casa” orgullosa del lugar donde está, orgullosa de haber alcanzado su sueño, no le interesan las apariencias, pese a las dificultades y las circunstancias, para ella su casa es el mayor logro que ha obtenido.
Después de conocer su historia pienso ¿Cuáles son las cosas que nos brindan felicidad?
La vida no consiste en obtener cosas materiales, ni títulos para colgar en una pared, la vida consiste en ganar sonrisas, compartir momentos, invertir el tiempo en personas que valen la pena, construir sueños que no incluyan tu bolsillo. No pensar en cuanto dinero tienes en tu cuenta, pensar en que has hecho para cambiar la vida de alguien. Dios no te dio manos para que sólo obtengas cosas materiales, acumules riquezas y te sacies solo, Dios te ha dado manos para que apoyes a las personas, para recoger lagrimas, para dar abrazos, para construir felicidad, felicidad no sólo en tu vida, felicidad para los demás, cuando no estés nadie tendrá en cuenta todo lo que hiciste por y para ti, las personas recordarán las cosas que hiciste por los demás; dejar un legado.
Conozco personas que no tiene un sólo centavo en el bolsillo y sonríen, en ellos puedo ver sus sonrisas puras, no se rinden, no se quejan y se esfuerzan. Conozco personas que no viven en cuatro paredes, ellos viven en medio de la lluvia, esa lluvia que moja sus rostros mientras duermen y aún así SONRÍEN. Conozco personas que sueñan, y no precisamente sueñan con obtener logros académicos porque sus ingresos no les permite estar en una universidad, sencillamente son sueños que no están a su alcance. Sin embargo, sueñan con levantarse cada día y poder alimentar a sus hijos, y ¿acaso estos sueños valen menos que los tuyos? No, finalmente son sueños y luchan por ellos.
*Imagen tomada de: http://ironikhisteria.blogspot.com/2011/05/contrastes.html
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