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lunes, 11 de marzo de 2013

La Educación Especial es una modalidad del sistema educativo, cuya formación es compleja, interesante


La Educación Especial es una modalidad del sistema educativo, cuya formación es compleja, interesante, hermosa, donde lo “Especial” lo configura el accionar de las personas que interactúan en la misma. De acuerdo con el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (1997), persigue el desarrollo pleno de los estudiantes con necesidades educativas especiales, 
a través de un proceso pedagógico integral, sistemático, permanente y continuo. 

Proceso que debe estar orientado y mediado por docentes especiales, que requiere de condiciones personales, físicas, afectivas, intelectuales y éticas, para emprender el reto que ello supone. Desde esta mirada Villarini (2006), engloba la acción docente desde una perspectiva humanista-crítica-emancipadora, explicando que es un proceso en la cual un ser 
humano, que aprende, es apoyado por otro ser humano, que enseña, en la construcción, ampliación y sostenimiento de su autonomía, tanto individual como colectiva, por medio del 
desarrollo de sus competencias. 

Una acción docente humanizante, en primer lugar involucra el ser y el hacer como parte fundamental del desarrollo humano, y en segundo lugar comprende diversas dimensiones que se constituyen e integran en la interacción con el medio cultural para ayudar a configurar la personalidad del aprendiz. Lo anterior, según Villarini (2006), genera en la acción docente la particularidad de desarrollar y transformar las competencias humanas y afectivas que se requieren para ser parte de una colectividad, ello abarca un proceso de enseñar y aprender donde el docente toma en consideración la experiencia, necesidades, intereses y capacidades que trae el estudiante como clave fundamental para que su acción sea pertinente. 

Siguiendo a Villarini (ob. cit), esta acción docente busca satisfacer las necesidades e intereses del estudiante especial, en la búsqueda del desarrollo de sus capacidades mediante su interacción con el contexto social. Todo ello a través del diálogo humanizante, apoyo mutuo y la colaboración, aunado a un clima de libertad, tolerancia, de convivencia y de amor, donde 
los estudiantes viven y experimentan que el educador es también educado, lo que encamina a generar la autonomía e independencia personal del aprendiz, para que éste pueda transformar su medio de manera activa. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. 

Desde esta perspectiva, se busca garantizar en el niño, niña y joven especial, su inclusión social, familiar y educativa demanera efectiva, mediante una concepción de la acción docente que guie a los estudiantes en el camino para lograr ser personas que se respeten así mismo y a otros mediante la generación continua de espacios de convivencias convencionales y no convencionales que originen la colaboración, la alegría ylibertad responsable. 
En tal sentido, el propósito de este ensayo argumentista es reflexionar sobre el hacer
del docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa, que nos lleve a
cuestionar nuestra praxis educativa para transformar el hacer y, ser docentes con gran calidad
humana, que invite a los niños, niñas y jóvenes especiales a convivir en armonía consigo
mismo y con el otro, a través del amor y el respeto en espacios abiertos al aprendizaje
dialógico. 

La Educación Especial 
La Educación Especial constituye una de las modalidades del sistema educativo venezolano, que se enmarca dentro de los principios y fines de la educación general, tal como lo señala la Ley Orgánica de la Educación (2009) y sustentada legalmente en la Constitución de la República Bolivariana (1999). Educación que debe prestar atención a las personas con necesidades especiales o con discapacidad para su incorporación y permanencia en el sistema educativo, desde una visión humanista social. 

La Educación Especial está dirigida a aquellos niños, niñas y jóvenes que, a causa de diversas deficiencias (sensoriales, psicomotrices, emocionales o cognitivas), no pueden adaptarse a la enseñanza regular, quedando fuera de ella y necesitando, por tanto, de una especial educación (García Hoz; 2007). Su finalidad esencial, es la de atender a niños y jóvenes en edad escolar que presentan discapacidades transitorias o permanentes, así como aquellos con aptitudes y capacidades sobresalientes, de manera adecuada a sus propias condiciones de equidad social, propiciando a su vez la integración a planteles de educación regular mediante la aplicación de métodos, técnicas y materiales específicos. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. 


El Ministerio del Poder Popular para la Educación (2008), en la política de atención educativa integral de la Modalidad Educación Especial, afirma que desde el año noventa y siete y basado en una perspectiva holística de la persona especial, se observa el requerimiento de implementar proyectos que respondan a las necesidades de atención de los (las) estudiantes 
especiales mediante la prevención, atención integral de la familia, comunidad y educación y la integración social de dichas personas excluidas del sistema educativo formal. 
Integración educativa que se comienza en respuesta a los derechos de equidad e igualdad de oportunidades; sin embargo, es a partir de los primeros años del presente siglo cuando se percibe, de alguna manera, esta integración o mejor dicho, la posibilidad de concretar una escuela inclusiva, que favorezca a los niños, niñas y jóvenes con necesidades educativas especiales. De acuerdo a las políticas de Educación Especial (2007), se hace 
necesario educar tomando en cuenta las necesidades y potencialidades de los (las) estudiantes especiales, donde el término necesidad queda expuesto como una condición que puede estar sujeta a lo biológico, a lo psicológico o a lo social, solamente eso, pero por ningún lado resalta lo potencial de ese individuo. 

Potencial que también debe ser considerado durante el proceso de formación, pues a pesar que estos individuos tienen una necesidad educativa especial, también tienen potencialidades que favorecen y facilitan su integración social, que a través de una excelente praxis pedagógica ejecutada por el educador especial y demás personas involucradas en ella, van a contribuir positivamente en su educación e inclusión social, logrando así el desarrollo máximo como persona, preparado para la vida, el disfrute pleno y para la inclusión favorable en el ámbito escolar, social-comunitario y familiar. 

Para ello, se espera desde una perspectiva pedagógica lograr una atención integral, sistemática, continua y permanente, dentro de un clima estimulante, de amor y dialogicidad, favoreciendo así, la formación de ciudadanos responsables, solidarios y aptos para convivir libremente en la sociedad. Por lo que se requiere de docentes con una formación más integral 
y humanista, capaz de impregnar cada acto educativo con la pasión y la emoción necesaria para el goce y disfrute de una educación humanizadora, dialógica y amorosa. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. 


Educar desde una perspectiva dialógica Es importante destacar primeramente que, el aprendizaje significativo y dialógico hace 
referencia a la construcción de significados que trascienden la forma de lo individual a lo colectivo, a los procesos sociales de interacción dialógica. Al respecto Freire (1997), afirma que el diálogo educativo no queda recluido entre cuatro paredes sino que abarca al conjunto de la comunidad que enseña y aprende incluyendo padres, madres, otros familiares, voluntariado, otros y otras profesionales, además de los estudiantes y del docente; todos influyen en el aprendizaje y todos y todas deben planificarlo conjuntamente. 
Así, el diálogo en este contexto se entiende como un proceso interactivo mediado por el lenguaje, conceptualizado según Echeverría (2003), en un medio que por sobre todo, hace 
de los seres humanos el tipo particular de seres que son, es decir, seres lingüísticos, seres que viven en el lenguaje; por lo tanto y según el autor en referencia, el lenguaje, es la clave para comprender los fenómenos humanos. 

En este sentido, el proceso interactivo educativo tiene su fundamento en el lenguaje; por ello debe realizarse en una postura abierta, dialógica, de confianza y convivencia, que 
permita en los actores del proceso educativo, docente y estudiantes de educación especial, sostener verdaderos encuentros de aprendizaje y construcción de conocimientos. Freire (1997), refiere que la dialogicidad es una condición indispensable para el conocimiento; de esta manera, el diálogo, es un instrumento para organizar este conocimiento e implica una postura crítica y una preocupación por aprehender los razonamientos que median entre estos actores. Aspectos que constituyen fundamentalmente la curiosidad epistemológica para la construcción del conocimiento desde y fuera de la escuela. 

Así mismo, importa destacar de Vigotsky (1978), que el medio social es crucial para el aprendizaje, y que este es emanado por la integración de los factores sociales y personales que acompañan al niño, niña y joven de educación especial. Dicho autor explica que el fenómeno de la actividad social ayuda a revelar los cambios en la conciencia y fundamenta una teoría psicológica que unifica el comportamiento y la mente; por consiguiente, el entorno social influye en la cognición por medio de su lenguaje, objetos culturales (autos, máquinas) e instituciones sociales (iglesias, escuelas). Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. 


El enfoque de Vigotsky (1978), amplía la postura de Freire (1997), al exponer la importancia del desarrollo de las habilidades comunicativas que se dan en contextos académicos, prácticos o en otros contextos de la vida cotidiana, para generar cognitivamente en los y las estudiantes de educación especial aprendizajes significativos y dialógicos. Por tanto, el cambio cognoscitivo es el resultado de utilizar los instrumentos culturales en las interrelaciones sociales, de internalizar y transformarlas mentalmente desde un accionar dinámico y participativo. La postura de ambos autores es ejemplo del constructivismo dialéctico, porque recalca la interacción entre los individuos y su entorno mediante la importancia de su participación activa, crítica y reflexiva. 

Las acciones que el docente promueva en y con los estudiantes especiales hacia los otros, estarán reorientadas por las definiciones y redefiniciones que se le vayan haciendo a cada uno de los objetos encontrados en el entorno; propiciando a la vez, un compartir en las interacciones entre los sujetos involucrados en este accionar. Es así como, para generar en el 
estudiante un verdadero aprendizaje significativo y dialógico, el docente debe lograr que éste entienda e intérprete lo que está en su medio, desde el hecho de que ello sea significativo para 
él (ella) para así poder lograr su acción y transformación del entorno al cual forman parte. 

En esta búsqueda de alcanzar el aprendizaje significativo- dialógico en los niños y niñas, el docente especialista debe promover un accionar comunicativo afectivo. Habermas (1987), expone que la acción comunicativa como parte de la acción social, se refiere a la interacción de dos sujetos capaces de lenguaje y de acción; así dicho autor parte de la acción comunicativa para entender la sociedad como mundo de la vida, contexto donde se logran los entendimientos entre los actores participativos del proceso educativo; es decir, docentes y estudiantes especiales logran entenderse cuando el aprendizaje, las experiencias y la información, es común para ellos mediante el acto del habla. 

En este accionar comunicativo, según García Hoz (2007), el compromiso está implícito. El compromiso en la Educación Especial consiste en “ser con él”, no importa en qué lugar ni en qué tiempo. En esa llamada a compartir la existencia, la vitalidad se pone en tensión para devenir en el compromiso que lleva la compartición en el sostenimiento de un único y mismo estilo de enseñanza-aprendizaje, del que en buena parte depende el conocimiento personal. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. 


La llamada hacia ese compromiso inquiere, sugiere o simplemente llama a la puerta del ser del otro, hasta conquistar el conocimiento que tanto necesita el educando: la verdad sobre algo que siéndole precisa conocer, con la ayuda del otro, acaba al fin por desvelársele y entregársele. El compromiso se concreta, entonces, en que el profesor y el estudiante especial puedan encontrarse y comunicarse en un ser nuevo: el de la relación que hay entre ellos. Ello no supone la identidad ontológica, ni tampoco la sustancial (que no puede darse), ni, por supuesto, el avasallamiento de la intimidad. 

En este sentido, el compromiso está configurado por las acciones comunicativas que establezca el docente para que el estudiante especial logre el aprendizaje significativo y dialógico entre él y su entorno, siempre y cuando éstas sean y tengan significancia dentro de este proceso de formación. Para ello, el docente de Educación especial debe ser garante que se lleve a efecto la misma, planteándose una acción conjunta y consensuada de todos los agente de aprendizaje que interactúan con el niño, niña y joven especial, desde una perspectiva dialógica, humanista y amorosa. 

Educar desde la convivencia y el amor 
En estos momentos donde se hace necesario una educación más integradora, también se requiere de docentes que estén preparados para llevarla a cabo a partir de una postura más 
humanista, pues desde los postulados de Rogers (1978), el docente debe ser un mediador de la capacidad potencial de autorrealización de los estudiantes, entonces sus esfuerzos didácticos estarán encaminados con la finalidad de fomentar el autoaprendizaje. Es por eso, que el docente como mediador y humanista, debe desarrollar las capacidades de aceptación y comprensión hacia los sentimientos de los estudiantes de una forma cálida, respetuosa e incondicional, donde el común denominador sea el respeto por la persona, como seres con necesidad de convivir con el otro de forma armónica. 
Importa destacar que para Maturana (1997: 30), “educar se constituye en el proceso en el cual el adulto o niño convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente…”. Transformación que se da desde un convivir con el otro al compartir espacios donde predomina el respeto y la aceptación. Por lo tanto, el docente de Educación 
Especial, tiene la gran tarea de hacer que los niños, niñas y jóvenes convivan con el otro en la Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. 


A medida que comparten e interactúan valores, aprendizajes, experiencias, que los lleve a aceptar sus potencialidades y debilidades con respeto por sí mismo y por el otro. 
Se trata entonces, resaltar que la educación es un fundamento para desarrollar las destrezas emocionales en el educar, siendo ello el valor significante de la dimensión humana. 
Al educar no se puede dejar a un lado el componente emocional tanto del que enseña y del que aprende; solo y a través de la interacción con el otro es como se logra la autorrealización 
del ser. En tal sentido, el docente de educación especial, según Giménez (2007), debe demostrar su sensibilidad impregnada de un potencial creativo hacia el logro de acciones 
educativas desde una perspectiva humanística y sobre todo con una actitud emocional positiva que genere optimismo, entusiasmo y compromiso social para cambiar y transformar la 
realidad. 
 Bajo la mirada de educar en la convivencia se constituye también educar en el amor, pues para Maturana (1997), el amor constituye la tarea educacional la cual debe realizarse 
mediante la aceptación de la legitimidad del otro en convivencia. Desde esta mirada, la prioridad la constituye la formación del ser del niño, niña y joven de educación especial, cuyo foco principal es el hacer; así, en la acción docente se debe potencializar el hacer mediante la reflexión individual, para que estos estudiantes puedan desarrollar la autonomía, su 
creatividad y sus potencialidades como seres especiales que requieren mayor dedicación y amor. Maturana (1997) al igual que Villarini (2006), coinciden que el docente debe propiciar 
espacios educacionales acogedores, amorosos, de reflexión y de responsabilidad que promuevan en los estudiantes la transformación de la comunidad y el entorno natural al que 
pertenece. 
Desde la postura del amor planteada por Maturana (1997), se abre un espacio de interacciones recurrentes con otro en el que su presencia es legítima sin exigencias, lo cual posibilita una acción docente fundamentada en valores, deseos y aspiraciones que mediante la convivencia y comunicación docente-estudiante y estudiante-docente se propicia la formación integral del ser dentro de un continuo humano, donde la educación formal e informal sea capaz de crear condiciones que permitan a cada uno, ser ciudadanos serios, responsables y sobre todo felices. Transformación del hacer docente de Educación Especial desde una relación dialógica y amorosa. 

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